<div><strong>Caja óptica de madera datada aproximadamente en 1750.</strong> Esta hermosa pieza procede de un coleccionista suizo y ha llegado a nuestros días, más de 250 años después, en unas condiciones óptimas. Solo la tapa de la caja ha tenido que ser restaurada, porque se quemó la madera por el uso de las velas.<br><br>Es una pieza artesanal de gran calidad, fabricada con madera de roble. En su día la utilizó un <strong>vendedor ambulante que iba de feria en feria y de pueblo en pueblo en el siglo XVIII para vender sus obras artísticas</strong>. Por ello, para poder transportarla con facilidad, la estructura es abatible. Totalmente cerrada mide 28x50x32cm y cuando está desplegada alcanza los 96x50x32cm. Es decir, permite que dos espectadores puedan ver cómodamente a través de unas lentes obras pictóricas de hasta 50x32cm.<br>Tiene un sistema de anclajes que permite disponer <strong>unos soportes para velas y así crear unos efectos visuales de sombras no vistos en otras cajas ópticas de este estilo</strong>. Aunque también permitía realizar la iluminación de forma natural, a través de una escotilla trasera.<br><br><strong>El uso de las velas junto con imágenes perforadas (es decir, translúcidas en ciertos lugares) daban la ilusión de una iluminación nocturna</strong>. Era también un buen sistema para la época de educarse o de viajar a otros lugares recónditos. En un siglo en el que todavía no existía ni la fotografía ni el cine, grandes ingenios de este tipo generaban siempre mucha expectación.</div>