Fotografía Disderia de Napoleón III y Eugenia de Montijo, 1860'S
Recientemente hemos incorporado a la colección de Foticos una carte de visite (o tarjeta de visita) del Emperador Napoleón III y su esposa la Emperatriz Eugenia de Montijo, nacida en España (id. 12193). Esta copia a la albúmina data aproximadamente de 1865 y es obra del mismo André Adolphe Eugène Disderí (1819-1889), quien patentó en 1854 las "carte de visite portrait photographe" (retrato fotográfico en tarjeta de visita). Se le considera uno de los mayores exponentes en el mundo de la fotografía.
André Disderí inició su carrera fotográfica con los daguerrotipos, aunque su mayor éxito y aportación fue una cámara modificada con 4, 6, 8 y hasta 12 lentes, que podían generar placas de carte de visite con hasta 12 imágenes distintas de 9x6 centímetros. Por delante de los objetivos de su cámara pasaron numerosos personajes de la alta sociedad y de la realeza, incluida la Reina Victoria. Las imágenes del emperador Napoleón III a partir de 1859 fueron las que le catapultaron a la fama. En sus retratos utilizaba atrezzos con los que teatralizaba las imágenes, a modo de cuadros pictóricos. Con su cámara de múltiples objetivos iba abriendo y cerrando sucesivamente los mismos para realizar tomas de los personajes en distintas posturas.
Además de la toma de retratos fotográficos, en su estudio contaba con un taller que positivaba copias de gente conocida para comercializarlas posteriormente (como la que ha llegado a nuestra colección). Gracias a ello, los álbumes para coleccionar y enseñar las tarjetas se volvieron habituales en los salones victorianos, y eran considerados uno de los bienes más preciados de cualquier familia. La fama de las carte de visite comenzó a disminuir a partir de 1870 cuando las “tarjetas álbum” (también llamadas tarjetas de gabinete) empezaron a hacerle la competencia.
Sin duda, su invento combinado con los bajos precios de las carte de visite, ayudó a popularizar los retratos de fotos en Europa y Estados Unidos, aunque también llevó a la ruina a muchos otros fotógrafos, incapaces de competir con sus tarifas. Bien es cierto que también otros colegas del sector aprendieron y aplicaron sus mismas técnicas comerciales. A pesar de que gracias a sus patentes Disderí llegó a hacerse multimillonario, dilapidó toda su fortuna y acabó muriendo sordo, casi ciego y en la miseria en 1889, tras trabajar unos años como fotógrafo ambulante en Niza (Francia).